FAMILIA
3 Consejos para enseñar la Biblia a tus hijos
Cuando el Señor Jesús contó la parábola del sembrador, le explicó a sus discípulos lo que significan los diferentes tipos de suelo. Hablando del primero, dijo:
“Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino”. (Mateo 13:19)
Para que tu tiempo devocional sea efectivo, no es suficiente que tu hijo te escuche atentamente ni que lea la Biblia y ya. La palabra no dará fruto a menos que él la entienda por completo. Para eso te damos tres consejos:
1. Usa un lenguaje sencillo
De nada sirve que le digas a tu hija que se atavíe con el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, si ella no sabe lo que es «ataviarse», «ornato», «afable» o «apacible».
Si tu hijo no entiende alguna de las palabras de un verso, lo mejor que puedes hacer es parafrasearlo. En nuestro ejemplo anterior, podrías decir: “Si tú te vistes con un espíritu tierno y tranquilo, serás más hermosa que si usaras el vestido más lindo del mundo”. Estás transmitiendo el mismo mensaje, pero seguramente ahora será mucho más fácil de entender.
Ten en cuenta una cosa: utiliza palabras sencillas, pero no cambies el mensaje. Cuando parafraseas, el riesgo es que cambies tanto lo que decía originalmente, que termines diciendo algo completamente diferente.
2. Utiliza ilustraciones que tu hijo entienda
Por ejemplo, si dices que Goliat medía 6 codos y un palmo, es posible que tu hijo no pueda dimensionar cuán grande era. Si le dices que era tan alto como un elefante, o como el bus que lo lleva al colegio, será mucho más fácil para él tener una idea correcta de la estatura del gigante.
En este punto debes tener cuidado de no exagerar. Si bien hay buses más altos que otros y puede que no estés dando la estatura exacta del gigante, la diferencia es de algunos centímetros. Lo que no puedes hacer es decirle a tu hijo que Goliat era tan grande como un edificio o una montaña.
Escoge ejemplos que sean cotidianos para tus hijos y que ellos conozcan muy bien. Sé muy creativo y prepara tus ejemplos con anticipación.
En la Biblia Pequeños Héroes hicimos precisamente esto. Reescribimos el texto de la Biblia, teniendo mucho cuidado de no cambiar el sentido de lo que dice y colocamos muchas ilustraciones para que los niños entiendan. Por ejemplo, en la historia del diluvio decimos:
“Dios le dijo a Noé que construyera un arca. Era un barco enorme. ¡Más largo que una cancha de fútbol y tan alto como un edificio de cinco pisos!”
3. Enfoca tu enseñanza
La Biblia es como una mina llena de diamantes y puedes sacar muchas enseñanzas del mismo pasaje. Por ejemplo, usando la historia de la creación puedes hablar de la grandeza de Dios, del lugar especial del hombre en la creación, del matrimonio, de lo que significa ser hechos a imagen y semejanza de Dios, de la importancia del trabajo, del poder de la palabra de Dios… en fin, la riqueza de un solo pasaje es casi incalculable.
Pero si le enseñas a tu hijo todo lo que sabes en una sola conversación, posiblemente cuando termines, él ni siquiera podrá recordarlo. Es como si intentaras servir en un plato todo lo que tienes en tu nevera. Es mucho mejor que hables de un solo tema y que tu hijo lo entienda bien, a que hables de 5 o 6 y que tu hijo se quede con una idea superficial de todos.
¿Cómo escoges el enfoque? Primero, pregúntale a Dios qué es lo que tu hijo necesita, Él ve las cosas que son ocultas para ti y nadie conoce a tu hijo mejor que Él; segundo, piensa en los desafíos y gustos de tu hijo. Por ejemplo, si le gusta la astronomía, dile que la grandeza del universo es una muestra de la grandeza y sabiduría de Dios; si tiene problemas de autoestima, dile que es muy valioso porque Dios lo hizo a Su imagen y semejanza; si no quiere ayudar con las tareas de la casa, dile que desde el momento en que Dios creó a Adán, le puso una tarea: labrar y cuidar el huerto en el que vivía.
Si tu enseñanza tiene el enfoque correcto, tu hijo entenderá que la Biblia no es un libro cualquiera, sino que es la Palabra viva de Dios y que es tan relevante el día de hoy como el día en que fue escrita.
Recuerda, si quieres que la semilla de la Palabra dé fruto en la vida de tu hijo, no se las regales a la aves. Usa un lenguaje sencillo, utiliza ilustraciones que tu hijo entienda y enfoca la enseñanza.
Este tema fue sacado de nuestro curso: Enseña la Biblia a tus hijos. Si quieres conocer el curso completo, puedes registrarte completamente gratis en este enlace.
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