FAMILIA
Familias del Reino (Parte 3)
Por: Manuela Castellanos
El matrimonio
No podemos hablar de una familia sin resaltar que la base para levantar hijos y una descendencia para Dios esta en la relación que hay en la pareja: en el matrimonio. El matrimonio es el corazón o la base de la familia. Si la relación entre la pareja está sólida y sana, este será el mayor beneficio y ejemplo que los hijos aprenderán y recibirán de sus padres. El mayor bien que un padre o una madre pueda hacer para sus hijos es alimentar la relación con el cónyuge a diario, porque a través del ejemplo les está enseñando las más grandes lecciones.
Por eso me encanta que Zacarías y Elisabet estaban completamente unidos: unidos en su fe, en su propósito y también en su determinación y deseo de levantar una familia para Dios. Siempre anhelé casarme y levantar un hogar, porque fui testigo toda mi vida de un matrimonio basado en la fe en Dios y en la amistad genuina. Puedo decir que no tengo ni un recuerdo negativo de la relación de mis padres. Ver la manera en que mi papá honraba a mi mama con sus actitudes, palabras y hechos me llevó a anhelar y soñar con que un día Dios me daría un esposo que me trataría de la misma manera: con cuidado, ternura y respeto.
¡El 22 de Julio del 2012 tomé la mejor decisión de mi vida! (después de decidir servir a Cristo): me casé con el hombre que Dios trajo milagrosamente a mi camino. Llevamos 6 años de matrimonio y puedo testificar que han sido los mejores años de mi vida. He madurado, he crecido, he aprendido y sobretodo he disfrutado las recompensas de vivir una vida guiada por los principios de la Palabra. Tanto mi esposo como yo nos guardamos totalmente en pureza hasta el dÍa de ir al altar. Creo que por eso seguimos disfrutando esa pureza y la bendición de ver una generación que ahora se levanta para Dios.
EL PROPÓSITO DEL MATRIMONIO
Hay un pasaje que me encanta, en este encontramos a Dios hablando directamente a su pueblo y dice que busca matrimonios en Él: busca parejas así como Zacarías y en Elisabet, que las hace uno (una sola carne) a través del pacto matrimonial. Luego, el profeta Malaquías hace la pregunta: ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud (Malaquías 2:15).
Cuando leímos esta palabra con mi esposo, nos habló mucho. Nos enseñó que el matrimonio va mucho más allá de hacernos felices mutuamente. Entendimos que Dios diseñó y planeó todo en nosotros, pero lo hizo con un propósito muy específico: busca una descendencia para Él. Busca niños que crezcan en el temor de Dios, busca generaciones enteras que desde su niñez sean apartados para Él. ¡Esto es lo que más anhelo! Más que levantar un ministerio o una empresa, mi sueño es levantar una descendencia para Dios. Hijos que amen a Dios con todas sus fuerzas, ¡que decidan servirle y hasta dar sus vidas por aquel que nos ha dado la vida!
Tanto Zacarías como Elisabet anhelaban levantar descendencia para Dios, pero Elisabet era estéril. Era una aflicción de su corazón. “Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan” (Lucas 1:13).
Dios concede las peticiones de nuestro corazón, y si tú le pides de todo tu corazón que te dé hijos para que le sirvan, ¡Él lo hará! Dios es fiel a sus promesas.
En mi segundo año de casada, el Señor me habló muy claro a mi corazón a través de su Palabra. Recuerdo que ya teníamos en casa a nuestro hijo Noah y estaba muy pequeño. En ese momento escuché la voz del Espíritu Santo, me habló y me dijo que me daría una familia numerosa, que así como Él añadió a Ana después de haber tenido a Samuel muchos hijos como recompensa, Dios me daría una familia numerosa. La verdad cuando estaba soltera nunca pensé en cuántos hijos quería tener, aunque siempre me ha gustado la idea de familias grandes, ¡porque crecí en una familia con 4 hermanos! Sin embargo, en este momento sabía que Dios estaba dando la dirección a lo que Él quería hacer en nuestro matrimonio. Él quería que levantáramos hijos en el temor de Dios. Él ya tenía todo planeado en su agenda divina, y yo creí la palabra. ¡Dios ha sido fiel y nos ha bendecido con 3 hermosos hijos y una bebé en camino! ¡Solo hay alegría en mi corazón porque Dios confió en mí lo que más ama!
Si eres casada, te motivo a que junto a tu esposo le den la prioridad a su matrimonio. Muchas veces el afán del día a día roba esos momentos de quietud y amistad, ¡pero recuerda que de la relación que cultives a diario con tu cónyuge dependen tus generaciones! El matrimonio en Dios es como el vino, entre más pasa el tiempo, más crece la relación. Es mi oración que puedas experimentar esto en tu hogar.
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